sábado, 23 de abril de 2011

Nueva vida...

Era pequeña, empezaba una nueva vida y no sabía como la podía cambiar... Pasaron los años y yo crecí, parecía que los años se hubiesen pasado en horas y horas. Tenia que empezar una nueva vida, mis padres me dejaron en un internado y tenia que conocer gente. Me llamo Patricia y la gente me tomaba como la rarita de la clase porque nadie confiaba en mi... Era... La marginada, por así decirlo. Al final, una se acostumbra como a todo. Pero, dolía, dolía estar sola. Que nadie confiara en ti, que no tuvieras amigos... 
Siempre pensé que era yo. Creía que nunca iba a encajar. Fuera como fuese, nunca tendría una mejor amiga. Muchos de vosotros no sabéis lo que es eso. No poder contarle tus problemas y preocupaciones a una mejor amiga que luego te consuele o te eche la bronca. Yo, lo retenía todo. Aprendí con el tiempo, poco a poco, a retener los sentimientos. Ya sé, es malo. Pero, si no podía compartirlos con nadie, ¿para qué iba a exteriorizarlos? ¿Para que la gente se riera de mí y creyeran que era aún más rara de lo que creían? Quería que la gente me viera fuerte al fin y al cabo. Que no lloraba. Que no me importaba. Pero, en mi interior, tenía un corazón, herido, sangrando. 
En el internado... No me fue mucho mejor. Encontré a una niña, que vivía una situación parecida a la mía. Tenía dos años menos que yo, doce. En ese internado había de todo. Había gente que daba hasta miedo, algunos hasta tenían antecedentes. Había pocos así, pero había. 
Un día, cuando estaba hablando con la niña, Sarah, me vinieron recuerdos a la cabeza. Unos muy malos, otros menos... Mi padre pegando a mi madre una bofetada... No había tenido una infancia muy feliz que digamos. 
Ahora os preguntaréis: ¿Y por qué me cuentas todo esto? 
Pues para que os concienciéis de lo que tenéis. Muchos de vosotros tenéis la suerte de tener unos padres que se quieren y os quieren, una casa preciosa, una familia que os espera siempre que llegáis de clase... Amigos... ¿Os habéis parado a pensar en eso alguna vez? ¿Os dais cuenta de que mucha gente no puede presumir de lo que vosotros tenéis? 
Por último, solo quería pediros un favor: Cuando despertéis cada mañana, cuando lleguéis de clase, darle un gran beso aunque sea solo a vuestra madre y decirle que la queréis más que a nada en este mundo. Pensad que ha sido ella la que os ha dado la vida, le debéis la vida. 


Un beso a todos, hasta otra.